En la República
Dominicana, José Antonio es quien
prepara el mangú más sabroso del mundo. Él
le pide a María Altagracia,
su mujer, que salga a buscar
seis plátanos verdes porque hay ganas de mangú. José
Antonio no habla de comprar, habla de pedir porque sabe que
los dos no tienen dinero. Si no tienen dinero, es porque no tienen
trabajo. No tienen trabajo porque no tienen un buen gobierno y si no
tienen un buen gobierno es porque no tienen una buena educación.
Aquí está la clave del mangú: la educación no es mala porque
falten escuelas, sino porque faltan plátanos educativos. Es como si
no hubiera una receta para preparar un buen mangú. No hablemos de
crecimiento, hablemos de desarrollo. Un mangú se desarrolla con
un poco de agua, margarina y sal donde se hierven
los plátanos para hacerlos puré, el que lleva una bien
picada cebolla que se fríe en aceite verde. Dicen los políticos que
la nación crece, crece y crece, pero no el mangú.
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